martes, 13 de agosto de 2013

NO ME TOMARON EN CUENTA.

-Por favor, Sabrina, no llores.-.
Sí, tengo razón al decirme eso. Cada vez que estoy llorando desconsoladamente por estupideces debo consolarme hasta que me detenga. O golpearme, esperando el mismo resultado. -Es que no puedes seguir así, chillando por cualquier tontería. No lo vale.- Es verdad, no lo vale, porque, ¿quién llora porque no le dejaron un poco de su comida favorita? Yo. Y no tanto porque se trate del alimento que más me gusta sino porque ellos lo sabían y a pesar de todo les importó poco. No me tomaron en cuenta. Eso fue lo que más dolió. Apuesto a que ni siquiera recordaron que yo les pedí me dejaran un poco para comer después de la cena. Eso fue lo que me lastimó.

Tal vez no fue su intención, pero me lastimaron. Poco. Mucho. Eso ya no importa. El daño está hecho y aunque quieran quizás nunca se quite. Será una pequeña cicatriz de tantas que quedará gravada en mi alma.