sábado, 24 de agosto de 2013

-Por favor, Sabrina, no llores. Además, ella ni siquiera fue tu amiga.
Basta Marie. Odio que tengas razón. Pero cállate. que voy a llorar no por su traición, sino porque deseo desahogarme. Cállate Marie, por favor.
-Joder, pedazo de idiota, ¡te estoy diciendo que no llores! Y entre más te lo digo más chillas. ¡Ya cállate estúpida!
Y suelta una bofetada. Me duele, sí, pero hay cosas que duelen más. Entonces recuerdo que en mi cajón tengo una caja con hojas de afeitar que tomé de entre las cosas de mi padre. Voy corriendo por ellas.
Y Marie sigue hablándome.
-Serás imbécil! Como si rejándote las venas se te fuera a solucionar la puta vida.
Entonces comienzo con mi labor. Pasar la navaja una y otra vez contra mi piel mientras Marie parlotea en mi cabeza:
-¡Sí, te lo mereces! ¡Esto por estúpida! - y hace un corte - ¡Este por llorar como imbécil! - un segundo corte - y este otro por confiar en cualquier idiota, casi tan tarada como tú. -Por fea. Por gorda. Por no usar tu cerebro adecuadamente. Por no pensar antes de actuar. Por seguir llorando incluso después de que te pedí que te callaras, joder.
Y aún mientras estoy cortándome no puedo dejar de llorar.
-¡Puta, que ni así te callas! ¿Cómo mierdas te silencio, pedazo de imbécil?
Y otro puñetazo de Marie a mi cara.
Y al notar que sigo llorando se suaviza.
-Ya nena, joder, no llores. Me parte el alma verte así. Sabes que no vale la pena. Por favor, ya cállate, detente. Nada ni nadie merece tus lágrimas, ¿de acuerdo?
Pero por más que intente no puedo parar, quiero sacarlo todo pero no termina de salir.
La desesperación de Marie regresa. Esta vez jala mi cabello y estrella mi cabeza en el suelo.
-¡Ni como cerrarte el hocico!
Me araña la cara y grita:
- ¡Basta, basta, basta!
Y al fin he podido detenerme.
Siento sus brazos rodéandome.
Pero qué digo. Estoy sola. En realidad estoy aplastada sobre mi trasero, en el suelo, abrazando mis propias rodillas. ¿Y Marie? Marie no existe. No fuera de mi cabeza. En realidad soy yo quien se insulta y se maltrata. Marie sólo es el nombre con el que decidí llamar a mi mente. Marie. Marie. Marie. No me dejes sola, Marie.